Uno de los mayores cambios en los estándares académicos modernos es el cambio en la responsabilidad de la alfabetización general. En lugar de que solo los “maestros de escritura” enseñen lectura y escritura, ahora se espera que todos los maestros en todas las áreas de contenido lo hagan (algo de lo que hemos hablado antes).

En el pasado, la alfabetización, es decir, la capacidad de leer, escribir y comprender, ha sido el dominio de los profesores de Artes del Lenguaje en inglés (y en otros lugares del mundo, los profesores de Literatura y Composición).

Limitar la habilidad de escribir a una única área de contenido ha alterado la forma en que los estudiantes piensan de maneras que recién ahora se están revelando, ya que se les pide a los profesores de matemáticas que enseñen a escribir. Ahora los estudiantes están acostumbrados a expresar entendimientos rudimentarios en fragmentos de oraciones truncadas en cuestionarios de salida, tomando notas que recopilan ideas de otras personas y evitando la responsabilidad de elaborar argumentos convincentes que sinteticen múltiples perspectivas a diario.

Entonces nosotros, los profesores de Artes del Lenguaje en inglés, respondemos entregándoles organizadores gráficos con espacios en blanco que los incitan a dar “razón 1”, “razón 2” y “razón 3” en oraciones claras que evitan la complejidad o el esfuerzo intelectual, siempre y cuando su “escritura” se ajuste a una forma esperada.

Y entregamos esos mismos organizadores gráficos cuando los profesores de otras áreas de contenido solicitan recursos.

Ahora, generaciones más tarde, la idea de escribir sobre matemáticas o ciencias parece no solo desafiante, sino forzada y torpe. La ciencia y la matemática, cuando se enseñan adecuadamente, se asemejan más a filosofías y formas de dar sentido al mundo que a “áreas de contenido”, ofreciendo un número infinito de estímulos para animar a los estudiantes a escribir.

Estamos en el siglo XXI y el pensamiento del siglo XXI es diferente.

Si bien está lleno de conectividad, colaboración y asombrosas posibilidades, la era del aprendizaje del siglo XXI se caracteriza por la fascinación con la imagen, el espectáculo visual, las alertas intermitentes, las frivolidades accesibles sin fin y los patrones de comunicación cognitivamente limitados.

Y en respuesta adecuada, la escritura podría ser la respuesta que hemos estado buscando, justo debajo de nuestras narices todo este tiempo.