Este es un breve post que se me ocurrió mientras escribía sobre… bueno, escribir sobre escribir.

Estaba buscando formas de utilizar la tecnología para ayudar a los estudiantes a mejorar su escritura y me di cuenta una y otra vez de que estaba pensando en el proceso de escribir y lo crucial que es para la calidad de lo que el escritor obtiene al final.

Una gran escritura comienza desde el principio, ya sea con una idea, una necesidad, un propósito social o una chispa de inspiración. Sea lo que sea que “provoca” el inicio de la escritura, lo que se forma allí al principio es como un trozo de arcilla. Sin esa arcilla, no podría suceder mucho y la calidad de esa arcilla importa; su textura, pureza, consistencia y composición general tienen mucho que decir sobre lo que puede producir. En gran medida, lo que puedes crear con esa arcilla depende de la calidad y cantidad de esa arcilla.

El Objetivo del Proceso de Escritura

Dicho de otra manera, el proceso de escritura en sí mismo lo es todo. No tiene que ser utilizado de la misma manera cada vez, y eso es otra conversación para otro día. Solo lo menciono brevemente porque lo peor que puedes hacer es leer este post y luego imponer la “diligencia del proceso de escritura” a los aspirantes a escritores/estudiantes que solo necesitan creer que pueden escribir y luego tener la oportunidad de hacerlo en compañía de un entorno enriquecedor.

Todo esto me lleva al título. En lugar de calificar el resultado final de ese proceso (el producto terminado), califica la calidad del uso que el estudiante hace del proceso de escritura, idealmente basándote en sus fortalezas y debilidades específicas, así como en el propósito y la audiencia de la tarea de escritura en sí.

Utilizando el Proceso de Escritura

Utilizar el proceso de escritura requiere años de práctica, ya que producir una escritura excelente requiere una visión y una refinación constantes. Requiere que el escritor comprenda lo que está tratando de decir y lo exprese de una manera que tenga algún efecto en el mundo. Investigación, organización de ideas, estructura de párrafos, construcción de oraciones, elección de palabras, puntuación, romper reglas, tono, recursos literarios: utilizar estas ideas para comunicar ideas complejas es un trabajo arduo.

Es por eso que la escritura es menos una actividad y más un proceso similar al proceso científico. Si bien podríamos calificar a los profesionales, no tendría mucho sentido calificar a los niños que realizan experimentos científicos según la precisión de sus datos. En cambio, su capacidad y tendencia para utilizar el proceso científico para probar teorías y recopilar datos sería mucho más importante.

Para los aficionados en muchos campos, el proceso es mucho más importante que el producto.

Si estos objetivos (o similares) son al menos en parte verdaderos, entonces una alternativa viable para calificar la escritura de los estudiantes es evaluar si el estudiante escribe y cómo utiliza el proceso de escritura en sí de una manera que tenga sentido para ellos.

Y de una manera que muestre propiedad de ese proceso de escritura que perdurará mucho tiempo después de que hayan dejado tu aula.